viernes, 22 de octubre de 2010

Lástima

Nunca fui buena a la hora de expresar los sentimientos y tal vez sea por el pánico que siento a no ser correspondida. Es como si, todo el tiempo, necesitara la aprobación del otro. Como si los sentimientos fueron un ida y vuelta, un toma y dame. Necesito ver reflejada una sonrisa de confirmación en el otro.
Tal vez espero tanto de tantos, que es por eso que acabo sintiéndome defraudada. Siempre quiero y exijo más, creo merecérmelo. Pero, ¿qué tal si no es así? ¿Qué tal si no lo merezco? Y si lo hiciera, ¿por qué estaría el resto obligado a darme algo que, tal vez, no esté dispuesto a dar?
A pesar de que sé que esas cosas son ciertas y que no puedo pretender obtener más de lo que me dan, soy una inconformista. Una de esas personas que siempre busca algo más, algo mejor. Y me doy la cabeza contra la pared, caigo al vacío y me pisa un tren.
Y vos (sí, vos) fuiste en quien más esperanzas y expectativas deposité. Siempre supe que no ibas a poder darme lo que (aún) pretendo de vos. Así y todo, decidí correr el riesgo, embarcarme en la aventura. Y me dolió, ¿sabés? Sé que no es tu culpa. Al menos, no del todo. Sé que me diste lo que considerabas mejor, lo que creías conveniente. Pero, como siempre, no me alcanzó. Y es una lástima, sí. Porque ahora todos esos sentimientos divinos que tenía hacia vos se esfumaron de a poco.
Qué momento inoportuno, ¿no? Cuando vos querés ofrecer más que siempre, "comprometerte" de alguna manera, darme más que antes... yo decido terminar acá. Y no es la primera vez, los dos lo sabemos bien. Segundas partes no son buenas, dicen. Tengo el ejemplo perfecto para refutarles: nosotros. Si bien esto se termina, es el resultado de un largo proceso. Esta segunda parte fue la mejor que viví con vos, porque empecé a sentir que (al fin) me querías de verdad.
El caso es, y espero me entiendas, que pasó mucho tiempo, no soy la misma y mi corazón cambió. Mientras estabas por ahí, siempre cerca de mí, otras personas se animaban a seducirme. Y lo lograron.
Es hora de decir adiós, pero para siempre y de verdad. No voy a eliminarte de mi vida, no es la idea. Sabés que te quiero. No habrá tercera oportunidad ni pensamientos al respecto. Aunque me duela no hablarte, no verte y no escucharte, puedo vivir con eso. No da para más

Es una lástima...